Máquinas de labrar la tierra

Motoazadas y motocultores son, en la actualidad, las máquinas más prácticas y versátiles, de uso profesional o doméstico, para realizar las distintas tareas agrícolas, aunque, hay que recordar, que su avanzado mecanismo sigue teniendo su referencia en aquellos aperos de labranza de hace siglos, con los que el hombre aprendió a sacar partido de la propia tierra que habitaba. Por eso, en Machine Planet hacemos un pequeño repaso a las máquinas de labrar la tierra

Las primeras herramientas de labranza: la azada y el arado

Desde que en el Neolítico el hombre incrementase sus opciones para obtener alimentos, pasando de, exclusivamente, cazar y recolectar, a cultivar la tierra, el desarrollo de los distintos aperos de labranza ha estado unido a la propia evolución del ser humano.

Aunque el desarrollo de la agriculturano fue homogéneo en todo el mundo, se considera que ya en siglo VIII antes de Cristo, las antiguas civilizaciones de Egipto y Mesopotamia cultivaban la tierra, sembrando principalmente trigo y cebada, con la ayuda de unas primeras herramientas, en forma de rudimentarias cuñas, que permitían penetrar en la dura superficie. Siglos más tarde, llegaría el metal y con él se incrementaría la capacidad de esas cuñas para horadar la tierra más rápido y a mayor profundidad. Faltaba dar el paso siguiente, unir esa rústica ‘cuchilla’ a un soporte, un palo que hiciera el trabajo más cómodo, algo que dio lugar a la que probablemente sea la primera herramienta para trabajar la tierra: la azada, que hoy en día sigue siendo fundamental en multitud de tareas agrícolas.

En el desarrollo posterior de la agricultura, pasar de remover la tierra, únicamente golpeándola en un punto concreto con la ayuda de una azada, a poder desplazar un elemento incisivo una vez introducido en la tierra, fue un hecho de máxima relevancia que fue posible gracias al arado. El arado permitía asurcar el terreno mientras la cuña iba avanzando impulsada, primero, por el propio empuje del hombre y luego gracias a la fuerza de animales domésticos como bueyes o caballos. 

La mecanización del campo: el tractor

La labranza tradicional fue evolucionando lentamente con el paso del tiempo, pero sus principales avances se centraron en la aparición de herramientas que facilitaban la tarea pero que, en realidad, reducían muy poco la exigencia requerida en el duro trabajo del campo. No fue hasta el siglo XIX cuando la revolución industrial llegó al sector agrícola con la incorporación de unas primeras máquinas de vapor que proporcionaban la fuerza necesaria para tirar de los arados. Tras este pequeño – gran avance, el primer tractor surgió en 1892, obra del ingeniero John Froelich, y con él llegó la verdadera mecanización del campo, ya que, ¡por fin! una máquina provista de motor de combustión era capaz (y lo sigue siendo) de tirar eficazmente de los distintos aperos.

Maquinaria de labranza actual

Durante el siglo XX, aquellos primeros tractores fueron aumentando su potencia e incrementando innovaciones.

En la actualidad, es posible seleccionar el tipo de apero más indicado para cada labor. El tractor es el centro de potencia y mediante enganches de lanzas o barras permite trabajar con los elementos necesarios: arados de cincel para descompactar el suelo, arados de disco para un óptimo aireado del suelo, arado de vertedera, fresadoras para penetrar a mayor profundidad, escarificadores para el rastrillado… todo sin olvidar otras máquinas imprescindibles no solo para arar, sino también para realizar la siembra y la recolección desde surcadoras, hasta sembradoras y pulverizadoras para prevenir la aparición de plagas en las cosechas.

No solo el tractor y el resto de grandes máquinas agrícolas han cambiado la manera de trabajar el campo. Actualmente, las motoazadas y motocultores se han convertido en unas de las herramientas más innovadoras para labrar con menos esfuerzo y más eficiencia haciendo posible, además, otras muchas de las tareas que implica el cuidado y mantenimiento de una pequeña explotación, de un huerto o de un jardín, con resultados óptimos.

Motoazadas y motocultores

De los antiguos arados se ha pasado a poderosas máquinas como los motocultores y motoazadas que ahora permiten realizar, de forma sencilla y gracias a la fuerza de motores eléctricos o de combustión, tareas como cavar, airear la tierra, arar, rastrillar,sembrar e incluso recolectar, tanto a nivel profesional, como en un uso doméstico.

Su fácil manejo y sus valiosas prestaciones han hecho que sean dos tipos de máquinas esenciales en las labores agrícolas que, aunque similares, permiten funciones distintas que conviene conocer para saber qué máquina va a darnos los mejores resultados según las características de cada terreno y de cada tipo de trabajo que se quiera realizar.

Un motocultor es un pequeño ‘tractor’, que funciona con la energía que un motor envía, a través del sistema de transmisión, a sus ruedas, para que la máquina se desplace, con rapidez, al tiempo que un segundo eje, donde se encuentra el rotavator con las cuchillas de arar o con cualquier otro apero de labranza, actúa eficazmente sobre la tierra en la que se está trabajando.

En la motoazada, la potencia del motor recae directamente en el sistema de fresas, logrando una mayor profundidad a la hora de hacer surcos en el terreno.

Si necesitas asesoramiento sobre qué máquina te conviene pero para empezar, te damos algunas claves para que puedas orientarte:

  • Aunque la efectividad de cada máquina depende en gran medida de la potencia de su motor, en general los motocultores están indicados para trabajar en superficies de extensión media – grande, ya que, pueden trabajar a mayor velocidad que las motoazadas. Por el contrario, si lo que necesitas es una herramienta que pueda alcanzar una mayor profundidad (aunque vaya más despacio) a la hora de cavar o arar, la mejor opción es una motoazada.
  • Los motocultores actuales cuentan con ruedas de máxima adhesión para trabajar en terrenos de especial dificultad. Además, su ancho de trabajo suele ser mayor que el de las motoazadas

Si necesitas una máquina potente, los equipos a gasolina son los que proporcionan mejores resultados y permiten una mayor autonomía a la hora de realizar los distintos trabajos. Si, además, optas por un motocultor con arranque eléctrico, su puesta en marcha te resultará realmente sencilla.